Esta es una opinión que envié a Pedro Ferriz hace unos minutos en respuesta a su columna en el periódico Excélsior:
Hola Pedro buena tarde. Soy uno de los asesores de SMNYL con quienes compartiste una rica charla en Ixtapa hace poco más de un mes.
Ya envié mi folio del IFE para decir No a los Pluris porque creo que la iniciativa va más allá de solamente expresar mi descontento por una estructura gubernamental de la cual no encuentro sentido de su existencia.
En fin, con relación a tu columna de esta semana me vino a la mente que tienes razón al preguntar cuál es nuestra identidad nacional, no creo que haya algún mexicano que pueda definirla. Vaya, algunos siguen danzando como aztecas en el zócalo y no sé si en Finlandia aún sea posible ver personas vestidas como vikingos o en Gracia gente con túnica haciendo al filósofo. Al menos en la experiencia que he tenido de conocer otros países, no me he topado a nadie que no trabaje en un parque temático o exposición queriendo imitar a sus ancestros de más de quinientos años.
Después de buscar dónde estamos, quiénes somos o de dónde venimos sin encontrar respuesta, me acordé de algo que recién leí sobre la revolución, aquella de la que festejamos un número. Y digo que un número porque al menos yo no puedo definir qué triunfo me brindó la revolución, qué es aquello que representa, lo único que sé es que con ese acontecimiento se acabó el gobierno de Porfirio Díaz, pero llegó luego el PRI. Entonces ¿de qué se trató?
He leído que la revolución de Madero, que finalmente es la que triunfó, solamente quitó a un hombre pero no resolvió los asuntos de la sociedad que arrastramos cien años más. ¿Qué tiene que ver la Revolución Mexicana con la identidad nacional? Quiero hacer la analogía con otra revolución, la de un país con el que he encontrado que tienes afinidad y del cual conozco un poquito. La Revolución Francesa.
El primer contacto que tuve con Francia fue aquí, con mi profesor de francés. Lo primero que hizo después de presentarse fue presentar a su país, sus regiones y generalidades. Entre estas generalidades nos mencionó las siguientes palabras: Liberté, égalité, fraternité. Estas palabras tan sencillas son premisas bajo cuales cualquier francés que se precie de serlo, conoce y vive. Este fue el lema de la Revolución Francesa y hasta la fecha sigue vigente.
Y nosotros ¿Solamente tenemos un sufragio efectivo, no reelección, un Dios mediante y un sí se puede? Sí se puede ¿qué?
Creo que es cierto lo que tú y Fernanda comentaron un día, este año es nuestro año, o más vale que lo sea porque como ciudadanos estamos obligados a contribuir en la construcción o reconstrucción de nuestro país desde ya, en este momento porque ya pasaron cien años desde que murieron miles de mexicanos para demostrar que somos personas valientes, honestas y trabajadoras que podemos valernos por nosotros mismos porque tenemos la capacidad y determinación para hacerlo.
Aunque percibo lamentablemente que hay muchos que se dicen mexicanos que en realidad no lo son porque no creen en mí, y no es que me conozcan para tener motivos; no creen en mí porque en el fondo no creen en ellos, porque así les han enseñado, porque son como el elefante que desde pequeño le ataron con una cadena y ahora aunque es más fuerte que cualquier cadena, en su mente y en su cuerpo quedó grabado el condicionamiento de un ser débil, impotente y dependiente de alguien más. Han perdido la fé.
¿Quién nos parió? ¿En realidad importa tanto ahora ya tenemos autoconciencia y el poder de autodeterminarnos? Creo que es importante para conocer nuestro origen pero solo eso, no necesitamos versiones románticas ni tragicómicas del porqué de nuestra realidad. Ya estamos aquí y no hay forma de cambiar lo que pasó, lo que sí podemos es decidir qué futuro queremos y trabajar todos en función de un algo superior que nos motive, de un algo que nos encienda el alma para que nada nos detenga hasta alcanzarlo.
Finalmente no sé si los franceses crean o sientan haberlo logrado ya, pero estoy seguro que no han dejado de buscarlo.
¿Y nosotros?
Hola Pedro buena tarde. Soy uno de los asesores de SMNYL con quienes compartiste una rica charla en Ixtapa hace poco más de un mes.
Ya envié mi folio del IFE para decir No a los Pluris porque creo que la iniciativa va más allá de solamente expresar mi descontento por una estructura gubernamental de la cual no encuentro sentido de su existencia.
En fin, con relación a tu columna de esta semana me vino a la mente que tienes razón al preguntar cuál es nuestra identidad nacional, no creo que haya algún mexicano que pueda definirla. Vaya, algunos siguen danzando como aztecas en el zócalo y no sé si en Finlandia aún sea posible ver personas vestidas como vikingos o en Gracia gente con túnica haciendo al filósofo. Al menos en la experiencia que he tenido de conocer otros países, no me he topado a nadie que no trabaje en un parque temático o exposición queriendo imitar a sus ancestros de más de quinientos años.
Después de buscar dónde estamos, quiénes somos o de dónde venimos sin encontrar respuesta, me acordé de algo que recién leí sobre la revolución, aquella de la que festejamos un número. Y digo que un número porque al menos yo no puedo definir qué triunfo me brindó la revolución, qué es aquello que representa, lo único que sé es que con ese acontecimiento se acabó el gobierno de Porfirio Díaz, pero llegó luego el PRI. Entonces ¿de qué se trató?
He leído que la revolución de Madero, que finalmente es la que triunfó, solamente quitó a un hombre pero no resolvió los asuntos de la sociedad que arrastramos cien años más. ¿Qué tiene que ver la Revolución Mexicana con la identidad nacional? Quiero hacer la analogía con otra revolución, la de un país con el que he encontrado que tienes afinidad y del cual conozco un poquito. La Revolución Francesa.
El primer contacto que tuve con Francia fue aquí, con mi profesor de francés. Lo primero que hizo después de presentarse fue presentar a su país, sus regiones y generalidades. Entre estas generalidades nos mencionó las siguientes palabras: Liberté, égalité, fraternité. Estas palabras tan sencillas son premisas bajo cuales cualquier francés que se precie de serlo, conoce y vive. Este fue el lema de la Revolución Francesa y hasta la fecha sigue vigente.
Y nosotros ¿Solamente tenemos un sufragio efectivo, no reelección, un Dios mediante y un sí se puede? Sí se puede ¿qué?
Creo que es cierto lo que tú y Fernanda comentaron un día, este año es nuestro año, o más vale que lo sea porque como ciudadanos estamos obligados a contribuir en la construcción o reconstrucción de nuestro país desde ya, en este momento porque ya pasaron cien años desde que murieron miles de mexicanos para demostrar que somos personas valientes, honestas y trabajadoras que podemos valernos por nosotros mismos porque tenemos la capacidad y determinación para hacerlo.
Aunque percibo lamentablemente que hay muchos que se dicen mexicanos que en realidad no lo son porque no creen en mí, y no es que me conozcan para tener motivos; no creen en mí porque en el fondo no creen en ellos, porque así les han enseñado, porque son como el elefante que desde pequeño le ataron con una cadena y ahora aunque es más fuerte que cualquier cadena, en su mente y en su cuerpo quedó grabado el condicionamiento de un ser débil, impotente y dependiente de alguien más. Han perdido la fé.
¿Quién nos parió? ¿En realidad importa tanto ahora ya tenemos autoconciencia y el poder de autodeterminarnos? Creo que es importante para conocer nuestro origen pero solo eso, no necesitamos versiones románticas ni tragicómicas del porqué de nuestra realidad. Ya estamos aquí y no hay forma de cambiar lo que pasó, lo que sí podemos es decidir qué futuro queremos y trabajar todos en función de un algo superior que nos motive, de un algo que nos encienda el alma para que nada nos detenga hasta alcanzarlo.
Finalmente no sé si los franceses crean o sientan haberlo logrado ya, pero estoy seguro que no han dejado de buscarlo.
¿Y nosotros?
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