viernes, 31 de julio de 2009

Adios Pejemóvil

Sí, hoy en la mañana que llegué a la oficina, el Pejemóvil había desaparecido y con su partida recuerdo cuando me llevó a Veracruz para conocer lo que es un carnaval. Snif snif, igual me acuerdo de la vergonzosa situación en la que se puso un conocido cuando se descoció criticando a los tsurus sin saber que yo tenía uno, jaja no le alcanzaban las disculpas.

Está asegurado así que no me pone tan mal el haberlo perdido, aunque era una herramienta de trabajo que ahora tendré que reponer. Me gustan los tsurus, son fieles y aguantadores que no se cree; una vez por pura casualidad le revisé el nivel de aceite ¡Y traía solo un litro! Pero en ningún momento se quejó ni le afectó. Ahora entiendo que los taxistas los prefieran, y sospecho que quien se llevó mi pejemóvil es para ese fin, o para el deshuese.

Tan bellos momentos cuando me llevó junto con mis amigas a presentar Ceneval, el desayunito que traía en la cajuela para aguantar el hambre hasta la hora de la comida, el montón de libros y hasta la vez que me llevé la barbacoa y el consomé para el bautizo de mi sobrino. Qué bonitos momentos, pero todo llega a su fin.

Está bien, puedo vivir con eso. Pero lo que sí me pone mal es el engorro para levantar el acta, y por lo menos en Tlalnepantla es un problema encontrar la famosa oficina OCRA, que está ubicada en el lugar donde más trabajo cuesta llegar, así como para que te des por vencido y no denuncies, quizás por eso había tan pocas personas. En fin total que tengo que ir de dependencia en dependencia para notificar que me robaron el pejemóvil. Si esto es así para un triste coche, no me imagino el relajo para algo más complicado. Ches autoridades que todas trabajan aparte, por eso no solucionan nada los señores.

Ahora solo me queda hacer válido el seguro y reponer al pejemóvil.

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